No debemos hundirnos en los inexistentes mares de los recuerdos |
Cuando nos cortamos, nos raspamos o nos lastimamos una parte de nuestro cuerpo, corremos a sanarle. ¿Por qué no hacemos lo mismo con nuestros corazones? ¿Por qué en lugar de esperar a que la herida siga creciendo no le sanamos con amor? ¿Por qué? ¿Por qué? Solemos ser inmensamente masoquistas, y aunque no disfrutamos del dolor del alma, nos apegamos a él como si fuese el aire que respiramos. Contradictorio, contradictorio y mil veces contradictorio…
El corazón también necesita de nuestras curaciones. Obviamente que jamás lo lograremos si seguimos infectando la herida con actitudes derrotistas, apegos, miedos y recuerdos tristes. No. Es como sí quisieras curar una cortada echándole tierra: se infectará y dolerá mucho más, y luego, cuando quieras sanarle de verdad, todo será más difícil.
A pesar de todo, aún puedes tener un nuevo amanecer en tu alma |
El pasado puede ser un laberinto, pero recuerda que los laberintos siempre tendrán una salida. Una salida que será la que tú elijas, pero que no podrás encontrarla si sigues mirando las paredes de los ingratos recuerdos. Debes decidir por ti, por tu felicidad, por tu vida… En el pasado alguien eligió lastimarte, pero ahora tú tienes el poder de elegir, ¡Sí! Tienes la potestad para prohibir que ese episodio gris de tu camino siga decidiendo en tu existencia.
¡Tú puedes! Y no digas que no, porque tú y yo sabemos que eso es mentira… ¡Abandona el laberinto del dolor! Tú bien conoces la salida.
Con inmenso amor...
© Lluvia
Foto Créditos: Foto 1 y 2
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