La grandeza de pedir disculpas

Las disculpas son una de las más bellas muestras de nuestra imperfección humana. Es la forma mediante la cual demostramos que hemos errado y que sentimos haberlo hecho, razón por la cual intentamos resarcir lo acontecido. 

Pedir disculpas y ser disculpad@s, ambos son actos de grandeza

Y aunque es cierto que ya hemos ocasionado los daños, ello no significa que no podamos hacer nada para sopesar un poco la falta que hemos cometido. Disculpar es un acto de grandeza cuando nos regala libertad y no le permite a la otra parte humillarse o denigrarse, ya que nosotr@s somos conscientes de que el rencor no tiene por qué ganar y decidimos dejar las piedras a un lado, para procurarnos un mundo en donde existe la comprensión y el respeto.

Entonces decimos que siempre viene bien pedir disculpas. Pero –y ahí si tendrán que disculparme- pedir disculpas es un acto que también merece un reconocimiento especial. No cualquiera pide disculpas: sólo las personas que han abandonado esa creencia de que deben ser “perfect@s” y están dispuest@s a untarse del barro de sus faltas, son aquellas que han logrado vencer su propio ego y se han aventurado a alcanzar la humildad, agachando sus cabezas ante quien han herido e intentando enmendar los pesares que sus acciones, omisiones y palabras han dejado.

En cuanto a ello, debo hacer una aclaración con respecto a las visiones de pedir disculpas que tienen tanto hombres como mujeres –hablando desde la generalidad-. Los primeros, suelen creer que pedir disculpas por un daño ocasionado no cambiará nada y por ello obvian hacerlo. Las segundas, por su parte, creen que el hecho de pedir disculpas no sólo ayuda a superar una situación tensa, sino que puede ayudar a mejorar los canales de comunicación.

Pedir disculpas une y sana los corazones

Sea cual sea nuestra visión, una disculpa jamás estará demás, ya que el arrepentimiento es una señal que nos recuerda la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. No importa si ha pasado mucho tiempo, si tenemos miedo de acercarnos a la persona que herimos, si no sabemos qué decir y nos sentimos minimizad@s… Lo importantes es que pidamos disculpas, porque ello no sólo es una medicina para aquel corazón que alguna vez lastimamos, sino también es una medicina para el nuestro: nos liberaremos de pesos que nos agobian y nos hacen sentir culpables y tristes.

Nuestras relaciones podrían mejorar de una forma inimaginada si tan sólo supiéramos pedir disculpas, no sólo cuando hemos sido nosotr@s solit@s quienes han errado, sino cuando hemos errado en colectivo. Si vamos a pedir disculpas, que ellas sean sinceras y tengan sabor a verdad, porque allí es donde está la magia del asunto: en crear nubes de perdón para que las almas se sientan mejor.

No hay ayeres ni mañanas, el ahora es el momento de las disculpas. Los daños saben muy mal, ¡no te los sigas tragando! ¡Piensa en los sentimient@s de l@s demás! ¡Siente en tu corazón la grandeza de pedir disculpas!

Con el alma llena de amor...
© Lluvia