jueves, noviembre 29, 2012
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El orgullo es un sentimiento muy común en nuestras vidas. Hay un orgullo positivo, que nos hace sentirnos satisfechos a causa de alguien o algo. Pero hay otra clase de orgullo, el negativo, que nos hace tropezar y corromper nuestro entorno. Debemos cuidarnos de este orgullo y aprender a reconocerle para no caer en su tiranía.
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El orgullo puede resultarnos en extremo nocivo.
No todo en el orgullo es malo.
Ya hemos mencionado que hay un orgullo muy positivo,  incluso, tod@s le debiéramos tener en nuestras vidas como una forma de reafirmarnos como seres humanos con una autoestima saludable. A modo de ejemplo, podemos decir que este orgullo se evidencia cuando te sientes orgullos@ por ser tú mism@, cuando l@s padres y madres se sienten orgullos@s por los triunfos de sus hij@s, o cuando te sientes orgullos@ por pertenecer a un determinado grupo social (país, organización, empresa, entre otros).

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Quiernes sufren con el orgullo, somos nosotr@s.
Pero la moneda tiene otra cara.
Y hay un orgullo muy negativo, pues nos corrompe y corrompe todo aquello que nos toca de una u otra manera, se trata de aquel que viene revuelto con la soberbia, la vanidad, el miedo, el exceso de estima por un@ mism@ y un irremediable sentimiento de supremacía. Es allí en donde empiezas a creer que debes tener un trato especial, que no debes estar con personas que no estén en tu “nivel”, que no cometes errores, y peor aún, que no debes pedir una disculpa.

El orgullo nos ocasiona graves daños.
Has de cuenta que el orgullo es como una especie de veneno, que una vez dentro de nuestro corazón, nos causa muchas heridas a nivel psicológico e incluso físico. Es algo que no sólo nos afecta a nosotr@s mism@s, sino también a quienes no aman, pues son ell@s quienes más sufren nuestra indolencia y falsa creencia de superioridad.

Pero… ¿Qué hay tras el orgullo?
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Cuando nos analicemos, sabremos como sanarnos.
Cuando ves que alguien tiene comportamientos de orgullo nocivo, sólo ves la punta del iceberg, ya que por lo general, las razones se encuentran escondidas tras el mar de sentimientos que habita en el alma de ese ser humano.

El orgullo puede despertarse por el miedo a fracasar, a reconocer los errores, a ser “derrotad@s”, a ser vulnerables; por la extrema necesidad de sentir valía, lo que se manifiesta en el querer estar por encima de l@s demás y tener un trato diferencial; por el orgullo de otr@s, la prevención a ser rechazad@s, o recibir un mal trato por parte de tercer@s... Hay muchas causas, pero en la mayoría de los casos, estas no son más que muestras de los miedos y carencias que cada persona tiene en su interior.

¡El orgullo tiene cura!
Si tod@s nos diésemos a la tarea de realizar una evaluación crítica de quienes somos y lo que llevamos dentro, no llegaríamos a rebosar la copa de nuestra existencia. El orgullo es detectable con un examen de conciencia, y dejarle de lado es algo que nos beneficia enormemente. No se trata de perder la dignidad, se trata de abandonar el orgullo que es un veneno de alto poder que nos consume como seres humanos valiosos que somos. Tras el orgullo hay un alma que desea amar, ¡es hora de liberarle!

Con infinito amor...
© Lluvia 
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