lunes, enero 21, 2013
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Las personas no nos detenemos, por el contrario, nuestra naturaleza es mantenernos en movimiento y por nuestro bienestar, jamás nos quedamos como piedras. Cada día es diferente al anterior, asimismo, el ser humano de hoy es diferente al de ayer.
cambio, pasado, igual ayer, aferrarse, novedad
La vida es de cambios, quien no cambia no vive.
¡Ningún ser humano es el mismo de su pasado!
Imagina que somos una planta: primero somos semilla, luego un tallo, y por último, una flor que se marchitará para dar paso a una nueva primavera. Tal vez hace unos años fuimos semilla, tal vez aún lo seguimos siendo; tal vez ya hemos marchitado y florecido varias veces… La vida ineludiblemente nos cambia: no podemos ser quienes fuimos; así como nadie se baña en el mismo río ni interpreta de igual forma el mismo texto dos veces, ¡ninguna persona es igual a su ayer!

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No podemos aferrarnos a lo pasado.
Siempre verás cambios…
Hay quienes mejoran constantemente y quienes parecieren ir en retroceso, insistir en que alguien sea igual a la imagen que conocimos, es negar el poder de decisión que tiene cada ser humano, y olvidar que ni siquiera nuestro cuerpo es el que nació con nosotr@s: de bebés a adult@s hemos dado un giro inmenso, imposible de omitir. Es hora de reconocerlo: las personas cambian, tú también lo haces, por ello vivir aferrándose a un “nada es como antes”, pues nada será como el hoy, este es un tiempo único.

Una anécdota esclarecedora, es la compartida por el premio nobel de literatura Mo Yan, en su discurso durante la ceremonia de entrega del premio:

"El recuerdo más amargo que tengo es el del día en que fui a acompañar a mi madre a recoger unas espigas de trigo caídas en el campo que pertenecía a la comunidad. Cuando vino el guardia del campo, todos los demás se escaparon corriendo a toda velocidad, pero mi madre apenas podía correr con sus dos pies vendados. Fue capturada por aquel guardia que era muy alto y fuerte y le dio a mi madre una bofetada en la cara. Ella no pudo aguantar el golpe y cayó al suelo. El guardia nos quitó las espigas recogidas y se marchó silbando sin preocuparse de nosotros. Mi madre sangraba por la boca mientras seguía sentada en el suelo y en su cara apareció una desesperación que jamás olvidaría en toda mi vida. Muchos años después, cuando el joven guardia del campo se había convertido en un anciano y las canas habían sustituido completamente su cabello negro, me encontré con él en el mercado. Quise lanzarme hacia él para pegarle como venganza, pero mi madre me lo impidió y cogiendo mi mano me dijo con calma: “Hijo, aquel señor que me pegó y este señor mayor no son el mismo”". (Discurso del Premio Nobel de Literatura, Mo Yan. Lunes 10 de diciembre de 2012)

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Podemos buscar nuevos caminos.
¿Hay algo más explicativo que esto?
Lo dejo a tu albedrío.

Vale la pena que entendamos, que quizá guardamos sentimientos negativos por personas que depronto ya no existen; que culpabilizarnos a nosotr@s mism@s no es más que un acto de desconocimiento; que juzgar a l@s demás no es más que un acto de obstinación. Cambiamos con la vida, y en lugar de volver inmortales desdichas, debiéramos volver eternos momentos de felicidad. De la sabiduría a la ceguera hay una inmensa brecha, ¿en cuál te encuentras tú?

Con toneladas de amor...
© Lluvia 
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