lunes, febrero 25, 2013
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Nuestra palabra tiene valor. Aunque a veces le usemos sin percatarnos de su profundidad e importancia, es innegable que cuando decimos algo revelamos parte de quiénes somos: ¿no es mejor que nos reconozcan como personas de confianza en lugar de bufon@s que poco saben apreciar los compromisos que adquieren?
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Si tu palabra es confiable, tienes buana reputación
La palabra no debe ser un valor perdido.
Años atrás, no era necesario que firmaras mil y un compromisos, contratos jurídicos o papeles por el estilo, con tu palabra era suficiente: si tú decías que ibas a cumplir y respetar algo, era porque lo ibas a hacer, y efectivamente así cayeran truenos y relámpagos del cielo, tú cumplirías, pues habías empeñado tu palabra. ¿Qué nos pasó entonces? ¿Por qué ya no confiamos en los demás? ¿Por qué nuestra palabra no tiene tanto valor?

Nos hemos acostumbrado a una época de poco respeto.
Frases como: “el vivo vive del bobo”, “sólo sé debe ser buen@ con quien lo es contigo” y “ante todo la seguridad”, nos han hecho naturalizar lo que no es normal: ¡la desconfianza! Y la idea de que sólo deben hacerse las cosas como más nos convenga a nosotr@s mism@s. Vivimos en la época del egocentrismo, del “yo”, y si en el pasado prometimos algo que en nuestro presente no nos conviene cumplir, nos olvidamos del asunto y aprieto resuelto.

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Siempre es bueno ser honest@.
No se trata de olvidar ciertos requisitos.
Con esto no te digo que debes salir a hacer negocios de palabra o comprar una casa sin escritura de propiedad, bien se sabe que para poder vivir en un determinado territorio, debemos realizar esos trámites (ya nos domesticaron con ello). Pero esto no te exime, de por lo menos cumplir con tu palabra en tu vida cotidiana.

¡Demuestra que tu palabra vale la pena!
Si dijiste a tus hij@s que les darías una mascota, cumple; si le dijiste a tu pareja que no le serías infiel, cumple; si le dijiste a tu amig@ que le ayudarías con la mudanza, cumple; si dijiste que le dedicarías más tiempo a tu familia, cumple; si dijiste que ayudarías con aquella obra social, cumple; si dijiste que ibas a bajar de peso, cumple¿Acaso esto es muy complicado? ¡No! L@s complicad@s somos nosotr@s que convierten su palabra en un papelito que el viento arrastra.

Cumplir con la palabra empeñada es cuestión de respeto.
¿Te imaginas lo maravilloso que sería si aquel político cumpliese con el plan de gobierno que anunció? ¿O si ese vecino tuyo por fin cumpliese su palabra y dejara de hacer ruido en la noche? ¡El mundo sería un lugar mejor! No esperes por ejemplos, se tú el modelo a seguir, demuestra que tu palabra tiene mucho valor y eres una persona digna de confianza.

Con toneladas de amor...
© Lluvia 
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Foto Créditos: Foto 2

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