Yo siento lo que tú sientes

Qué bonito es estar unid@s a los seres que amamos. Y todo ello es aún más hermoso cuando somos capaces de unirnos en bondad a todas aquellas personas que por alguna u otra razón llegan a la vera de nuestro camino. 

La solidaridad es la capacidad de entregar el corazón

Solidaridad, ¡Qué preciosa expresión de la grandeza humana! Aunque a menudo se nos olvide su significado en la inmensa maraña de nuestro diario trasegar, la solidaridad es más que un sentimiento que se despierta a causa de un desastre natural, una fundación sin ánimo de lucro, o en su defecto, cualquier pedazo de aporte económico que le damos a X o Y causa. Ésta tiene un valor tan infinitamente sensible, que no puede perderse en enredijos, porque no implica una definición simplista o una visión sesgada del alma, sino que nos pide entregar el corazón entero y reconocer las verdaderas dimensiones de la igualdad y la dignidad que como seres humanos comportamos. 

Una vez escuché una esplendorosa definición de lo que este valor revestía: reír con quien ríe, llorar con quien llora, soñar con quien sueña, sufrir con quien sufre… ¿Ves que la solidaridad es mucho más que desprendernos de una gota de materialidad? Ser solidari@s es ser just@s con la vida, con las personas, con nuestros principios, con nuestro corazón. Es dejar atrás al individualismo y el ego para darle paso a un “nosotr@s” que busca el bienestar de tod@s en el desarrollo de la empatía –colocarse en los zapatos del o la otra-.

¡Yo siempre querré estar en tus zapatos!

Much@s acostumbran decir que se es solidari@ por múltiples razones: ética, religión, espiritualidad y otro montón de nombres… Pero  sólo se es solidari@ por una razón: el amor. Much@s otr@s dicen que pueden ser solidari@s con sus congéneres de diversas formas: materiales, espirituales, de caridad… Pero sólo se puede ser solidari@ de una forma: entregando todo nuestro ser al altruismo de darle la mano a quien ya no tiene fuerzas para levantarse, entregando nuestro corazón a quien se le ha olvidado la belleza de amar, entregando nuestros ojos a quienes no son capaces de mirar la vida, entregando nuestra espalda a quienes ya no son capaces con el peso de su existencia, entregando nuestros hombros a quien le hace falta fuerza para luchar por sus sueños… ¡Sí mi querid@ amig@! Sólo se puede ser solidari@ nada más que entregando… 

No niego que a muchas personas les puede resultar “sospechosa” tanta bondad en un ser humano. Empiezan a ponerte a prueba en cuanto telón de juicio encuentran, pero ello cesa cuando descubren que no hay intensiones perversas tras ello. Todo es cuestión de persistir y no seguir aquella mísera frase que asevera que “por andar de redentor –a-, saldrás crucificado –a-“. Sólo a alguien muy egoísta se le pudo ocurrir ésa frase, porque quien se crucifica por amor, jamás reniega de su suerte. Por el contrario, se siente venturos@ al saber que no negó ayuda a quién la requirió. 

Sé solidari@, no hay un camino más corto a la plenitud: te sientes amad@, respetad@, importante y muchas cosas más que tú deberás descubrir. Porque una vez entregas, ya no puedes volver a vivir en la abominable “riqueza” del egoísmo. Alguien dijo una vez que el secreto de la felicidad era ayudar a l@s demás ¿te animas a demostrarlo? 

Con inmenso amor...
© Lluvia