A nadie le gusta desconfiar de todo lo que les rodea. |
Pero quienes actúan de esta forma no lo hacen por gusto, a nadie le gusta desconfiar y vivir a la defensiva en cada momento; tras este tipo de situaciones existe un pasado de maltratos, abusos, violencias y atropellos que les hacen actuar contra el mundo, ya que por lo general, quienes debían brindarle protección a estos seres como en el caso de la familia, les han ocasionado daños.
No tenemos por qué encerrarnos en nosotr@s mism@s. |
Pero si la hipervigilancia se ha añadido a la personalidad de estos seres, también puede añadirse algo positivo, un antídoto que les posibilite liberarse de su desconfianza crónica. No nacemos, nos hacemos en muchos casos como este y es por ello que se pueden modificar este tipo de conductas mediante la concientización de los verdaderos “peligros” del entorno. Ello requiere de un proceso reflexivo profundo en el cual cada persona debe reconocer la raíz de sus problemáticas para crear planes de acción que les permitan solucionar con éxito las problemáticas traídas por este comportamiento.
Podemos desconfiar, pero no vale la pena que vivamos con esa actitud, podemos ayudarnos a nosotr@s mism@s o buscar ayuda cuando el problema ha llegado a niveles que se nos salen de las manos. Existirán personas que quieran dañarnos, pero también hay quienes sólo desean acompañar nuestros pasos y brindarnos su apoyo. La vida es un aprendizaje, y si se ha desconfiado por naturaleza, también se puede confiar por elección.
Con amor elevado al infinito...
© Lluvia
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