Hace un par de semanas me encontré con un artículo de revista que tenía un titulo sumamente inquietante, “¿Cómo hablar del pezón?”, este escrito fue el encargado de motivarme a escribir sobre la prueba maestra, sobre eso con lo que he dado “lora” durante tanto tiempo y que además hace que el sueño se me vaya a lo más recóndito del planeta. Y es que el pezón de la mujer genera tantas sensaciones que no sé ni por donde arrancar…
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Dios llenó de detalles a la mujer: el pezón es una muestra |
Dicen algun@s que Dios se fija en los detalles, de ser esto cierto, yo propongo que la prueba maestra de tal perfección sea aquel trozo de piel que demarca la cima de la montaña que a veces se hace tan inalcanzable como el mismo Everest. Sólo un ser con grandeza divina pudo haber condensado tanto en un solo sitio, es por ello que puede considerarse como una verdadera “pincelada de Dios”, eso es el pezón: una pincelada de ternura, pasión, sensualidad, vida, morbo y sin duda alguna, magia…
Los hombres nos hemos dedicado a tocarlos, “morderlos” y hacerlos parte de nuestras fantasías sexuales, pero muchas veces no le damos el valor que merecen, nuestra torpeza natural es la que no nos permite valorar y disfrutar el pezón como debiera ser. ¡Sí! es un detalle, pero no por ello debemos hacerlo a un lado o simplemente limitarnos a acariciarlos, como si no encontráramos la emisora que buscamos; sé que suena feo, pero así de limitada es nuestra interacción con el pezón. Aunque este articulo no pretende ser un manual sobre como acércanos al pezón –porque tendríamos que hacer un manual por cada mujer- si podría aportar algunos elementos para que hagamos de dicha aproximación un ritual, uno en el que no necesariamente despojemos de la blusa a la diosa con quien iremos a “viajar”, porque como dicen por ahí: no siempre hay que llegar primero, lo más relevante es saber llegar. Incluso, en ocasiones no es necesario llegar, sino acariciar todo su alrededor sin tocarlo, en un sensual juego de seducción y erotismo.
Debemos ser más sensuales que explícitos... |
En este punto les propongo dar respuesta a dos interrogantes que a mi parecer nos permitirán hablar con mayor profundidad acerca del tema: ¿Qué es lo que carga al pezón de sensualidad? Y ¿cómo nos acercamos a él? Nuestro primer interrogante nos remite a la sensualidad, confundida muchas veces con la sexualidad. La sensualidad tiene que ver con el ritmo, el movimiento, el erotismo, con lo no explicito, es un índice erótico que excita a cada momento, muchas veces sin necesidad de tacto. Teniendo esto claro y regresando al tema central, puede decirse que el universo de sensualidad del pezón no se ve pero sabes donde está, situación que hace que nuestra imaginación vuele y nuestros sentidos se despierten, ya que todo el pudor que ha manejado la sociedad occidental alrededor de él es lo que realmente lo hace erótico, la prohibición y la censura hacen que sea más deseado…
Nuestro segundo y último interrogante tiene que ver con el pezón y nuestras formas de acercarnos a él. Para muchas mujeres es realmente molesto cuando en la intimidad su pareja llega de pleno a morder o acariciar el pezón sin ningún preámbulo -aunque hay que dejar en claro que todo depende de la situación, muchos parecieran no saber que existe-. El pezón es un inicio de deseo, lo ideal sería ponernos a su nivel, es decir, llenarnos de su sensualidad, de su ritmo, y de su tenuidad.
Ser explicito no es más sensual y el pezón es un índice dentro del erotismo que no puede perder la intimidad…
© Lost
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