jueves, diciembre 01, 2011
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*Un artículo especialmente dirigido a Hombres. Pero tú también puedes encontrar algo interesante en él.
A veces las mujeres podemos sentir que ya no nos aman como antes
Las mujeres necesitamos de la atención, el respeto, la comprensión y el amor de nuestras parejas. Nos encanta sentir ese “calorcito” que nos recuerda que somos amadas y abrazadas por el corazón de un precioso hombre. Cuando la relación inicia, todo destila miel y ustedes, mis queridos caballeros, nos llevan a volar entre los más románticos paisajes con su sola existencia. Pero… ¡Aparece el “pero”!

No digo que ese “pero” sea inseparable de todas las relaciones de pareja, pero si aparece en muchas de ellas. Y ese “pero” mis bellos guardianes del amor, se presenta cuando sentimos que ustedes ya no nos dan la misma relevancia de antes. Lo digo desde la generalidad de los sentimientos de las mujeres.

Ustedes entonces se preguntarán: “¿Cómo puede esta mujer llegar a pensar eso? Si yo siempre la tengo presente conmigo y siempre que puedo se lo demuestro”. Ése puede ser el sincero sentir de ustedes. Sin embargo, no debemos olvidar que tanto hombres como mujeres funcionamos bajo esquemas mentales muy diversos: si para ustedes este asunto es insólito, para nosotras es una realidad. Así como ustedes pueden aseverar en varias ocasiones: “no soy adivino para saber qué siente ella”, nosotras también podemos decir en este caso: “no soy adivina para saber que él siempre me tiene presente”.

Hay una problemática en la pareja que cariñosamente llamo el síndrome de la “meta”. Has de cuenta que tú, como hombre, participas con aquella mujer que deseas para tu vida en una carrera. El premio de dicha carrera bien puede ser la consolidación, la evolución o un cambio positivo en la relación. Ambos corren para llegar hasta la meta. Pero al poner un pie en ella, una de las partes se “duerme” y es allí en donde todo empieza a tambalear.

Las mujeres amamos la nobleza de los hombres
¿Por qué me dirijo a ustedes con este tema? Bueno… Porque esto suele sucederles con mayor frecuencia a los hombres, y por lo general, cuando se dan por enterados de los reiterativos descuidos, ya es demasiado tarde, ya la mujer con la que compartían sus vidas no los vuelve a mirar con los “mismos ojos de antes”. Por ello, llegan a conclusiones como “el bombón se derritió”, “el susurro se convirtió en “cantaleta”” y otro grupo de síntomas que lo único que hacen es evidenciar el deterioro de una relación.

Y no con todo esto deseo decir que hay que cuidar a la novia, esposa o mujer de todo aquel que se le acerque y “construirle una casa en el aire” como dice el afamado vallenato del maestro Escalona. La confianza debe existir, y debe ser suficiente para que tú reconozcas que los latidos de mi corazón son tuyos. Pero no deben dormirse amigos, porque lo que no mata la rutina, lo mata la indiferencia.

Es hora de hablar. Si sienten que su pareja no es la de antes y que está algo distante, hay que empezar por un autoexamen. No olviden que lo que nos enamora de ustedes es la dulzura de su corazón, no permitan que esa dulzura la veamos como vinagre por condiciones ajenas a la falta de amor, porque cuando nosotras las mujeres sentimos que cargamos con todo el peso de la relación, sufrimos de una inmensa decepción que poquito a poco nos va matando la ilusión.

El “no darse cuenta” de que ya escasean los detalles, las palabras de cariño, los momentos especiales, no es una excusa mis bellos amigos, porque quien nunca se llena de excusas es el amor, él seguirá abonándose de lo que le entreguemos…

Con inmenso amor...
© Lluvia 

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