La derrota llega cuando te resignas y no luchas por tus metas

Es mejor arriesgarse que nunca vivir.

Vale la pena luchar por lo que queremos; el cansancio de nuestras derrotas debe ser un aliciente y un escalón para alcanzar nuestros sueños: levantarse y seguir adelante es nuestra mejor opción, porque mientras existamos tenemos el deber de elegir lo que queremos, ¡tenemos el derecho a ser felices!

¡No nos desanimemos!
Tal vez podamos llegar a sentir que no vamos a alcanzar nuestras metas, que estamos llen@s de impotencia o que simplemente debemos resignarnos a vivir con lo que “nos tocó”; pero cuando nos resignamos, es cuando en realidad tropezamos: ¿por qué l@s demás pueden y nosotr@s no? ¿No será que nos está faltando esa pizca de dedicación e insistencia para llegar a la cima?

Esperas algo, cuando luchas por ese algo.

¡La resignación no es una virtud!
Hay quienes creen que resignarse es una inmensa cualidad; y es cierto, sólo cuando hablamos de cosas que no podemos cambiar: la muerte de un ser querido, un desastre natural, entre otros; pero cuando nosotr@s SÍ podemos cambiar lo que nos sucede, la resignación más que una virtud, es una postura facilista: ¿Por qué debemos resignarnos? ¿Por qué no podemos escalar? ¿Debemos considerar como “bueno” cruzarnos de brazos?

¡Destierra a la derrota de tu vida!
Tenemos muchas clases de pérdidas, pero todas cambiando un poco el ángulo de visión, nos dejan enseñanzas; sin embargo, cuando dejamos de luchar, de esforzarnos, de buscar, de intentar, es cuando en realidad somos derrotad@s, puesto que no podemos aprender de lo que abandonamos.

¡Lucha por lo que quieres!
No te canses, no, te resignes, no te des por vencid@; demuestra que tú mereces alcanzar ese sueño, esa ilusión, esa meta, ¡Tú puedes si así lo crees! Este es el perfecto momento para volver a empezar, ¡Hazlo! Aún te queda mucho por avanzar, este es un día nuevo, no pienses en la derrota sin antes arriesgarte, lánzate y luego veremos qué pasa, ¿te parece?

Con toneladas de amor...
© Lluvia